Un corneado en una pierna en el rápido séptimo encierro de San Fermín, con los toros de Victoriano del Río

No ocurrieron sorpresas durante el séptimo encierro de San Fermín protagonizado por los toros madrileños de Victoriano del Río. La carrera transcurrió según lo esperado, siendo rápida (con una duración de 2 minutos y 18 segundos) y relativamente limpia. Hubo un herido por una cornada en la pierna izquierda y cuatro personas contusionadas.

Los toros se comportaron como verdaderos atletas, demostrando un conocimiento del recorrido y utilizando tácticas para evitar caídas, inclinando sus cabezas y corriendo sin parar hasta llegar a la plaza. El herido en la pierna se encontraba en la zona de Telefónica y le embistió uno de los toros mientras estos se dirigían al túnel de entrada a la plaza.

El toro empaló al corredor en el muslo izquierdo y lo llevó sobre el cuerno durante varios metros angustiosos. Aunque el pantalón del corredor quedó destrozado, la herida no parecía ser grave. Entre los contusionados, hubo otro herido en el brazo, no por una cornada, que recibió atención médica en la enfermería de la plaza. Estos toros debutaron en la feria en 2010 y han estado presentes desde entonces. Según la leyenda, se dice que comparten información entre ellos, de modo que los elegidos llegan a Pamplona con un mapa de la ciudad y el conocimiento necesario para sortear los obstáculos durante la larga carrera.

Como era de esperar, los cabestros lideraron la frenética carrera en la cuesta de Santo Domingo. Uno de los mansos actuó como guía, algo que no debería sorprender a los verdaderos protagonistas, ya que están acostumbrados a entrenar en el campo.

Desde el principio, se notaba que todos los toros eran atletas experimentados. Un toro negro adelantó al cabestro líder cerca de la plaza del Ayuntamiento, y todos ellos descendieron juntos, muy unidos, por la calle Mercaderes. Algunos de ellos advirtieron sobre la curva que llevaba a la calle Estafeta y la necesidad de sortearla para evitar un encuentro violento. Y así fue: los seis toros avanzaron en línea recta sin siquiera rozar la barrera de madera, indicando que estaban bien informados.

La manada corrió casi en fila india por la calle Estafeta, embistiendo a algunos corredores y haciendo que otros cayeran al tropezar con el toro que les precedía. Sin embargo, ninguno de los toros se cayó al suelo ni se rezagó, ni tampoco intentaron embestir a los corredores.